La alopecia, como definición, es la pérdida anormal o rarefacción del cabello. Lo podemos llamar de diferentes maneras, calvicie es la más común, y puede afectar al cuero cabelludo o a cualquier otra zona de nuestro cuerpo cubierta por pelo. Para que se produzca esta caída de cabello pueden darse diversos motivos, entre los que se encuentran los antecedentes y la genética propia de cada individuo, tratamientos agresivos en el pelo, soluciones clínicas diversas, ingesta de ciertos medicamentos, estrés… también existen diferentes tipos y clasificaciones, pero las más comunes son las que exponemos a continuación.
Es el tipo de alopecia más común. Viene determinada por nuestros genes y el exceso de acción de las andrógenas en el caso de los hombres y con la disminución de estrógenos en el caso de las mujeres. El 90% de los pacientes que sufren alopecia la padecen de este tipo, afectando al 50% de las mujeres y al 75% de los hombres, aproximadamente.
Está causada, principalmente, por factores genéticos y hormonales, explicados estos últimos por un aumento de la acción de las hormonas masculinas en alguna zona de nuestro cabello que afectan a los folículos y acaban por dejarlos inservibles.
Afecta a toda la cabeza, en hombres y mujeres, y se caracteriza por la pérdida progresiva de densidad capilar. Esto sucede como consecuencia de la miniaturización del folículo, volviendo frágil, seco y fino a nuestro cabello, hasta que acaba por caerse.
La causa que en su totalidad provoca la alopecia difusa es la afección de algún tipo de enfermedad que tiene a la caída del cabello como uno de sus síntomas. Estas pueden ser las intestinales, de las tiróides, un proceso hormonal como el embarazo o la menopausia, o los tratamientos médicos agresivos, traumatismos o intervenciones quirúrjicas.
Este tipo de alopecia se manifiesta con pérdidas de cabello en zonas localizadas del cuerpo y de forma circular o redondeada. Afecta tanto a hombres como a mujeres, independientemente de su edad, y lo hace como consecuencia de nuestra genética y nuestros antecedentes familiares relativos a enfermedades como la diabetes, la reliquia o la artritis reaumatoide.
La explicación básica es que las cicatrices impiden el crecimiento normal del pelo. Cicatrices que han aparecido dónde anteriormente existían folículos pilosos. Tiene lugar una inflamación que no se puede ver a simple vista y que destruye los folículos pilosos, impidiendo el crecimiento normal del cabello.
Las causas que la provocan están determinadas por el tipo de alopecia cicatricial que se sufra. Puede ser primaria, por factores genéticos o como consecuencia de una dermatosis autoinmune; o secundaria, en la que la causa son procesos externos como infecciones, quemaduras o traumatismos.
Es un tipo de alopecia cicatricial. Se caracteriza por el retroceso de la línea frontal de crecimiento del cabello y en su mayoría afecta a mujeres después de la menopausia. No se encuentran causas concluyentes, pero sí es cierto que en la mayoría de los casos se debe a procesos hormonales, autoinmunes o una combinación de ambos.
Se produce la pérdida de cabello como consecuencia de un trauma físico o psíquico.
Se produce una inflamación del folículo que acaba dejándolo inservible, provocando dolor o escozor en el paciente. No se conocen las causas que la determinan, pero se apunta a que las infecciones bacterianas influyen en la inflamación de los folículos y posterior pérdida de cabello.
Suelen ser infecciones bacterianas las que la provocan y se manifiesta con una inflamación del folículo y con la aparición de bultos rojos en la zona capilar.
Es una inflamación crónica de los folículos pilotos que acaba provocando la destrucción de los mismos y con ello la pérdida del cabello.
